Traducir un documento para un público internacional representa muchos retos para el traductor. En Open Idiomes sabemos la importancia que tienen esos textos para nuestros clientes, son la imagen viva de la empresa. Traducir una web a varios idiomas por ejemplo supone un gasto importante por lo tanto tiene que haber un retorno para la propia empresa, ese retorno será posible solamente si la calidad es óptima.
Para asegurar esa calidad conviene que los textos originales tengan ciertos requisitos, premisa imprescindible para que podamos realizar un trabajo de calidad:
– Contenidos originales bien redactados y ordenados.
– Entregarnos la versión final de los originales: evitar cambios posteriores una vez hemos empezando a traducir. Si tiene que haber cambios que se entreguen en lote, no uno por uno.
– Entregarnos un libro de estilo si tenemos que seguir una terminología concreta.
– Darnos los textos en formato Word: es la mejor opción para trabajar con programas que almacenan una memoria de traducción y que permiten reutilizar la misma terminología para un mismo cliente.
– En caso de haber gráficos, que se puedan editar.
Por su parte, una empresa de traducciones de calidad se encargará de planificar una revisión después de la traducción, como etapa previa a la entrega al cliente. Evidentemente, solo un traductor profesional y nativo puede ser capaz de redactar y plasmar a otro idioma unas ideas, un texto cuyo público final tiene que leer como si se hubiese escrito en su propio idioma. Redactar un texto en otro idioma tiene que ser en su propio idioma, idioma materno pero no es suficiente. Consideramos que el traductor tiene que vivir en su propio entorno cultural para no perder la evolución de la lengua, que cambia constantemente y cuya redacción requiere un estilo vivo y actual.
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