Reflexión sobre los diccionarios bilingues

A diferencia de su hermano monolingüe, el diccionario bilingüe no se actualiza tanto, e incluso jamás en algunos casos. Suelen ser obras privadas (no de la Academia de la Lengua) y claro una vez hecho no se vuelve a tocar cada año. El García-Pelayo, que es un referente como diccionario francés-español-francés es un claro ejemplo. El problema radica en que la lengua evoluciona y evidentemente si no se actualiza cada año, la evolución de la lengua no se ve reflejada en dicho soporte. Busquen por ejemplo la palabra “cabrito” en el diccionario español-francés en una de sus aceptaciones propone “cabri”. La “espalda de cabrito” tan gustosa no es en absoluto “cabri” sino “épaule d’agneau”. Ignoro por qué no se planteó el diccionario en su momento una traducción más acurrada pero es así. Ejemplos así encontraríamos muchos, nuestros traductores tienen que vigilar cuando buscan una palabra porque muchas veces lo que nos propone el diccionario no es lo más apropiado. Otro ejemplo con la expresión “cortar el bacalao”, el García-Pelayo propone “être le grand manitou” cuyo sentido encaja perfectamente, pero la lengua francesa escogería otra expresión más actual para expresar la idea, por ejemplo “mener la danse”, “commander”.
En resumen, el diccionario bilingüe es una herramienta útil e imprescindible, ahora bien no determinante a veces.
Hasta otra….

Jean-Jacques Dubosc

Comments

  1. Alexandre October 26, 2012 at 7:44 am

    Estoy de acuerdo contigo. Por eso la traducción es un arte y un trabajo sutil. No hay que fiarse de la primera palabra que aparcece en el diccionario para trabajar. El contexto es otro elemento mágico e imprescindible que permite definir y orientar la traducción.

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