El mundo de las empresas está siempre evolucionando y adaptándose a las nuevas necesidades del consumidor. Hoy en día nos encontramos en un mundo global donde las grandes empresas, y a veces incluso las medianas, tienen su sede en Europa y franquicias o subsedes en los cinco continentes. Ya no se vende sólo en España o sólo en Europa, hoy en día el mercado es global, es decir todo el planeta. Por lo tanto hay que penetrar todos esos mercados y bien sabemos que el inglés es la lengua de comunicación global pero no será suficiente para convencer al consumidor local, que tendrá ofertas de su propio país. Por lo tanto las empresas tienen que localizar primero su web y sus productos: es decir presentar su empresa y su actividad (servicios o bienes) a le gente del país de destino y en su idioma, adaptándose a la cultura a la que se pretende llegar. Por ejemplo no se podrá vender una mini falda o un bikini tradicional a según qué cultura.
Por eso vemos que las grandes empresas han creado últimamente un departamento lingüístico o de traducciones que gestiona los pedidos con su proveedor principal, a menudo una agencia como Open Idiomes. La comunicación se efectúa entre ambos y dicho departamento, como interlocutor único, se encarga de responder a las preguntas de los traductores, enviar los pedidos estipulando los plazos de entrega requeridos, enviar las maquetas para su posterior revisión…
Esos departamentos, de recién creación, son de suma importancia para internacionalizar correctamente los productos que se quieren vender. Están en relación con la gran mayoría de otros departamentos de la propia empresa: jurídico (para traducir contratos que siempre será necesario), marketing (para traducir las nuevas estrategias) recursos humanos (para traducir los manuales de formación), o diseño (para traducir etiquetas, logos, maquetas)…
Las empresas de traducciones, por su lado, se tienen que adaptar a las nuevas necesidades que se observan: tiempos de entrega cada vez más ajustados, tratar a documentos en varios idiomas a la vez con una sola entrega, trabajar con programas que no siempre son de tratamiento de texto, como los de diseño que se utilizan para maquetar folletos y catálogos, y ajustar los precios al máximo.
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