Muchos de nuestros clientes desconocen por completo el mundo de la traducción, cosa normal porque cada maestrillo tiene su librillo como dice el refrán. Hace unos veinte años, cuando se creó Open Idiomes, éramos una decena de empresas en el mercado español, quizás un poco más pero no mucho la verdad. Pocos estudiantes escogían los estudios de Traducción e Interpretación, la mayoría preferían enseñar idiomas y pululaban los centros de idiomas por doquier. De repente aparecieron las profesiones del futuro en la prensa y empezó a salir “traductor”. A mucha gente traductor les sonaba traducir una novela, no acababan de hacerse una idea de lo que era generalmente. Luego vinieron los Erasmus con los intercambios lingüísticos y cada vez más estudiantes decidían estudiar la carrera de traductor. Recientemente han aparecido muchas empresas de traducciones, la mayoría pequeñas empresas montadas desde una habitación con un ordenador.
Hoy en día cuando se habla de traductor se entiende que no nos referimos exclusivamente al traductor de libros sino al profesional que trabaja con empresas. Sin embargo, poca gente sabe lo que se esconde detrás de este mundillo y la dificultad que resultad trabajar con un buen profesional.
Tópico 1: Cualquier persona puede ser traductor, basta con saber idiomas:
Esa es la primera idea que pasa por la cabeza de la gente. Se imaginan que cualquier nativo extranjero puede traducir, y no es verdad. Se necesita una formación universitaria para preparar al traductor, y más aún cuando se trata de un intérprete. Además hay que dominar dos idiomas como mínimo, la lengua de origen y la de destino (la suya) que implica un alto nivel lingüístico.
Tópico 2: Todo el mundo sabe escribir en su propio idioma.
Aquí tampoco es verdad. Si hablamos de una buena traducción se entienden dos cosas: que el texto esté traducido con exactitud y que esté bien redactado, que no sea literal, y que sea fiel a la manera de hablar de la cultura de destino.
Tópico 3: Un traductor puede traducir de todo
¡Mentira! cada traductor es diferente, según la materia del texto habrá unos más hábiles que otros. Una buena empresa de tracciones debe seleccionar al mejor traductor según su especialidad.
Tópico 4: El cliente simple tiene razón.
La puede tener, no se discute, pero el hecho de pagar por un trabajo no siempre otorga derecho a discutirlo todo. En el mundo de la traducción la subjetividad es muy importante. El hecho de saber inglés no siempre permite apreciar todos los matices que solo una persona nativa puede dominar. Por mucho que se esfuerce un traductor en redactar con un estilo impecable puede no ser del gusto del cliente que esperaba otra manera de expresar las cosas. Siempre se puede hablar para discernir las expectativas del cliente y entregarle un trabajo que le agrade. No olvidemos que hay tantos gustos como clientes.